El rojo fútbol alternativo de la banlieue de París

Ignacio Pato
5 min readAug 10, 2021

No, no es habitual que la grada de un equipo de fútbol profesional lleve el nombre de un comunista fusilado. Ni que en ella haya banderas feministas, jamaicanas o de Kurdistán. Más llamativo aun es encontrarlo a 20 minutos en coche del glamouroso Parque de los Príncipes, donde los millones cataríes han decidido que el PSG sea, a golpe de chequera, el próximo ganador de todo.

El Stade Bauer tiene aún gradas de cemento. Uno de sus fondos está a los pies de un enorme bloque de vivienda típico de la periferia francesa desde cuyas ventanas puede observarse sin problema todo el césped. Allí se grita étoile rouge. Es la casa del Red Star, el estrella roja de París.

“Poli, árbitro o militar, no todo vale para conseguir un salario”

El Red Star acaba de empezar la temporada en National 1, el tercer nivel del fútbol francés. En el pecho de las camisetas, la recién estrenada publicidad de Vice, un medio de comunicación con fama de hipster. “Quizá el Red Star es un poco como el Sankt Pauli”, advierte el periodista Dominique Rousseau.

Vincent, uno de los líderes de la grada como presidente del Collectif Red Star-Bauer es tajante: “El Red Star no es hipster”.

Aquí también se alternan las canciones de amor (al equipo) con las de guerra (de clases). El Bella Ciao con un flic, arbitre ou militaire, qu’est-ce qu’on ne ferait pas pour un salaire que deja claro que para parte de la afición no todo vale para ganarse el pan. El Red Star habita en Saint-Ouen, una comuna del departamento Seine-Saint-Denis, el distrito 93 del que han salido ídolos del rap a quemarropa como NTM o el actual Sofiane, un revientacontadores de YouTube que además muestra siempre que puede su amor por el club. “Son nerviosos, luchan todo el rato”, definía el rapero a los jugadores del Red Star, casi evocando en positivo el concepto de caillera, chusma peleona.

Por algo esto es el cinturón rojo de París, donde el PCF ha tocado poder durante casi siete décadas. Los orígenes del club de fútbol, eso sí, hay que buscarlos en hábitats más burgueses.

La RedStarSistance

Basta decir que el Red Star lo fundó el abogado Jules Rimet en un café parisino y que en origen jugaba nada menos que en el Campo de Marte, al lado de la Torre Eiffel. El nombre, contrariamente a lo que pueda suponerse hoy, no es ningún guiño político: se trata de una aportación de la institutriz de los hermanos Rimet. La Red Star Line era una transporte marítimo que cubría el canal de La Mancha. Hablamos de 1897.

Duró poco el Red Star en el centro de París. La especulación inmobiliaria le condenó a su actual Saint-Ouen en 1909. El cambio de sede proletariza el club, que además, hasta la Segunda Guerra Mundial, gana cuatro Copas de Francia y dos veces la 2ª División. La ocupación nazi será un nuevo punto de inflexión en la historia del club. En un ambiente con un entrenador acusado de colaboracionista y un capitán judío surge el primer gran héroe de la cultura popular redstar: Rino Della Negra.

Hijo de un exiliado del fascismo italiano, jugando en el Red Star no dudó en pasar a la clandestinidad en París y entró en el grupo internacional de la Resistencia que dirigía el armenio Missak Manouchian. Durante un ataque a un convoy nazi, fue herido y apresado. Después, fusilado en la montaña. Hoy la grada donde están -de pie- los más fieles del Red Star lleva su nombre.

“Della Negra une dos valores indispensables para nosotros: el fútbol y la resistencia antirracista”, dice Vincent. “Hace tres años hicimos una jornada de homenaje en la que invitamos a su agente de enlace en la Resistencia”, añade sobre aquel acto llamado ‘una estrella roja no muere jamás”. Otro exjugador, Eugène Mäes, fue asesinado en un campo de concentración nazi. Completa el trío de mártires Jean-Claude Bauer, un médico comunista abatido en la calle del estadio que hoy lleva su nombre.

Mayo del 68 es otro de los contextos en que se inscribe la historia del Red Star. Entre los que se organizaron para pedir un “fútbol para los futbolistas” a imagen y semejanza de los movimientos obreros y estudiantiles de izquierdas, casi todos eran periodistas pero destacaban dos jugadores del equipo parisino. André Mérelle y Michel Oriot encabezaron una toma del edificio de la Federación Francesa de Fútbol que llegó a durar cuatro días.

Un año más tarde, en 1969, las autoridades del país centralista por excelencia consideran que a pesar de la presencia del periférico Red Star la capital no cuenta con ningún equipo en 1ª. Las élites parisinas maniobraron con urgencia. En 1969 crearon el Paris FC, con el que intentan, para tener plaza directamente en 2ª, absorber al Sedan, equipo de la región limítrofe con Bélgica de las Ardenas. A pesar del rechazo, conseguirán su propósito: en 1970 el Paris FC se fusiona con el Stade-Saint Germain y para 1971 el Paris Saint-Germain ya está jugando en la Ligue 1.

Faltaba solo un detalle, que el ayuntamiento fijaría como condición. El PSG no iba a jugar en Saint-Germain-en-Laye, a 20 kilómetros de la capital, tenía que hacerlo en el Parque de los Príncipes, cerca del Trocadero, de las embajadas, del campo de Roland Garros. Las clases altas de París ya tenían equipo.

Donde no viven los monstruos

El Red Star no ha pisado 1ª desde 1975. También ha atravesado graves problemas económicos. No importa para unos aficionados que siguen llenando de canciones, pancartas y pirotecnia el estadio de Bauer cada quince días. Uno de los cánticos brama que el Red Star está solo en Bauer.

Y aquí hablamos de otra particularidad llamativa. Cuando el Red Star bajó hace dos meses de 2ª a National, no hubo mucha lágrima. Significaba que, tras dos años en los que el Bauer no había recibido homologación federativa para jugar en 2ª obligando al club a jugar en Beauvais y en el Jean Bouin, el Red Star volvía a casa.

“Es indisociable de nuestra historia”, opina el líder del Collectif. Durante el primer año de éxodo, a 80 kilómetros de casa, boicotearon la grada, solo viajaban a los partidos que el Red Star jugaba como visitante. El año pasado, al Bouin, sí que iban. Pero “el ambiente era muy frío en un estadio grande y sin alma”, según Vincent.

Ya hay en marcha una campaña popular para renovar el Bauer en caso de un nuevo ascenso. De momento este año ya han empezado casi llenándolo. Con su recuerdo a Clément Meric, el militante antifascista y asiduo de la Tribune Rino Della Negra de 18 años asesinado hace cuatro por ultraderechistas. Con la presencia, también, del colectivo feminista Red Star Grrrls. O con sus cervezas de antes en el bar de la esquina, el Olympic, donde se celebran también sound systems contra la represión policial del fútbol moderno, el monstruo contra el que lucha el estrella roja de París.

[Artículo publicado originalmente el 13 de Agosto de 2017 en PlayGround Mag]

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Política. Periodismo. Cultura Popular.

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