Génova, 20 de julio de ∞
Llovía cuando llegamos una noche a la plaza Gaetano Alimonda en Génova. Una rotonda, ruido de coches y una placa que localizamos en la última esquina que miramos, ya empapados. “Plaza Carlo Giuliani. Chico”, rectificaba al callejero oficial. Hace hoy 20 años, el 20 de julio de 2001, una bala le entró a Carlo por el pómulo y le salió por la nuca. El Land Rover de policía desde el que vino el disparo pasó por encima de su cuerpo marcha atrás. Luego otra vez más, hacia adelante. A pocos metros, otro agente se llevaba las manos a la cabeza. Una enfermera haría el mismo gesto minutos después. Hace 20 años, en el pleistoceno de internet. Indymedia no podía competir contra el Telediario de las 21:00. “Un chico ha muerto en la manifestación contra la cumbre del G8 en Génova”. Con alrededor de 20 años, sabíamos que había 20.000 policías, que había misiles tierra-aire en el aeropuerto de Génova, que había checkpoints, que muchos habitantes locales habían huido de la ciudad ese fin de semana. Sabíamos también que la contracumbre había empezado de manera festiva. Que sonaba 99 Posse, que había unos 700 colectivos, que estaban las Tute Bianche, los ‘monos blancos’ de inspiración zapatista y no violenta; asomaban decrecionistas, hackers de primera hora, animalistas, ATTAC, Rifondazione, activistas catalanes, la ropa negra. Enfrente, carabinieri con carta blanca y Chirac, Blair, Bush, Berlusconi y Aznar. Si no se hubieran reunido ese fin de semana en Génova, Carlo Giuliani habría ido a la playa; ese era su plan. Supimos entonces que habían asaltado la Escuela Díaz –un espacio pactado como seguro para manifestantes y medios– “a la Pinochet”. Supimos que se podía morir, que Carlo podíamos ser cualquiera. El conductor del coche de policía, compañero del agente que le disparó en la cabeza, alegó que atropelló dos veces su cuerpo porque lo confundió con una bolsa de basura.