Leones rojos, el himno maldito de España
El triunfo franquista desfiguró por completo a la selección española de fútbol. Ni su uniforme, ni su escudo, ni su entrenador se respetaron.
España pasó de jugar de rojo a hacerlo de azul, el escudo cambió el logo de la Federación Española de Fútbol por el águila bicéfala de los Reyes Católicos que tanto le gustaba a Franco y Amadeo García de Salazar dejó de ser el seleccionador nacional. Unos años antes, este doctor vitoriano había sido uno de los fundadores en su ciudad de Acción Nacionalista Vasca, el primer partido de la historia de la izquierda abertzale, posteriormente parte de la coalición Herri Batasuna.
Tampoco perduró el himno que durante la República se intentó que acompañase a los partidos de España. Tenía nombre — ‘Leones Rojos’ — , letra y suena así:
La canción permaneció en el olvido absoluto durante 70 años hasta que el periodista y coleccionista deportivo Juan Jesús Hurtado la encontró hace ya más de una década. “No sabía nada del disco hasta que lo vi en un portal de compraventa en internet. Ponía ‘Disco de pizarra. Canción de fútbol’”, recuerda.
Hurtado lo compró, reconoce, sin saber lo que era. En la cara b aparecía el pasodoble Hoy torea Marcial, pero ni en la Sociedad Fonográfica ni en la SGAE hay constancia de unos ‘Leones Rojos’ cuya única copia parece estar en poder de Hurtado.
Lo que sí sabemos es que este 78 rpm de 1935 fue un encargo de la editora La Voz de su Amo y que También conocemos los compositores y el intérprete del frustrado himno. La letra es de Ramos de Castro y González Tablas y la música de Francisco Gravina. La voz que escuchamos, bajo la dirección musical de Pascual Godés, es la de Pablo Hertogs.
Hertogs grabó el himno en Barcelona en un momento especialmente dulce para él, poco antes de estrenar, el 2 de marzo de 1936 -menos de un mes después de la victoria del Frente Popular- la película El gato montés. En ella compartía protagonismo con su esposa, María del Pilar Lebrón. Con la caída de Cataluña, juntos tuvieron que marchar al exilio: en mitad de una ola de represalias antiizquierdistas, nadie quería dar empleo al intérprete de una oda a unos leones ‘rojos’.
Hertogs y María del Pilar Lebrón llegaron a Argentina. Allí nació Pablo Hertogs Lebrón, también cantante lírico como su padre. Es un hermano que María Eugenia Hertogs Rodríguez nunca conoció: su padre se divorció de Pilar y marchó a Uruguay, donde se casó con Évola Rodríguez. “Con mi madre tuvo 5 hijos, yo incluida”, nos dice hoy María Eugenia. Ella tenía 10 años cuando Hertogs falleció en Montevideo, en 1970, tras ser maestro de música y hacer de luthier para sus amigos. Sus cinco hijos uruguayos estudiaron música o se han dedicado a ella. María Eugenia, que conserva el acento uruguayo aunque desde 2002 vive en Tenerife, hizo canto aunque hoy es masajista.
“Siento orgullo y rabia”, dice sobre los ‘Leones rojos’. “La letra no tiene nada que ver con política”. Y es cierto. Por supuesto, el adjetivo se refería al color de la camiseta y lo de los animales tenía que ver con que el primer escudo que lució la hoy Roja fue precisamente un león. Fue en los JJOO de Amberes en 1920 para recordar el dominio español sobre territorio belga con el escudo del Ducado de Brabante. Pero Hertogs, para los franquistas, le había cantado a la selección republicana.
Pecado político si tenemos en cuenta detalles como que la selección franquista se estrenó -con el beneplácito de la FIFA- en un partido ante el Portugal del dictador Salazar, todavía en plena guerra. Ambos regímenes parecían compartir la misma fobia políticocromática contra el color rojo. En el país luso, el Benfica pasaría a ser conocido como “los encarnados” para que no hubiese un equipo rojo ganador. Detalles, también, como que el general Moscardó (jefe del golpe franquista en Toledo y posteriormente nombrado Delegado Nacional de Deportes y Presidente del Comité Olímpico Español) no dejó volver a jugar a España de rojo hasta 1947.
Por el camino había quedado también una muy buena selección. España fue eliminada en cuartos por Italia en el mundial del 34 organizado en plena época mussoliniana. Con demasiada permisividad arbitral, la selección de casa -que antes de cada partido estaba obligada a hacer el saludo fascista- le jugó durísimo a los Zamora, Quincoces, Campanal, Cilaurren, Regueiro, Ventolrà o Lángara. Los cuatro últimos acabaron exiliados. La selección de Euzkadi, integrada por algunos de ellos, asombró a medio mundo.
Lo que hubiera conseguido la selección republicana de no ser por el golpe de Estado queda como amarga elucubración. Lo que sí ocurrió es que la dictadura reintegró la rojigualda como bandera y la Marcha Real como himno de España: uno de los únicamente tres europeos, con Bosnia y San Marino, que no tiene letra.
Eso sí, el viejo sueño de algunos de ponerle palabras no solo tiene que ver con el deporte: Miguel Primo de Rivera lo intentó encargándoselo al poeta falangista José María Pemán y Aznar hizo lo propio con un grupo de escritores encabezados por Jon Juaristi.
En 2007 sí fue el COI quien convocó un concurso para ponerle letra al himno nacional. La idea partió de Alejandro Blanco, el jefe olímpico español acusado de plagiar su tesis doctoral y que se estrelló como presidente de la candidatura de Madrid’2020 contra un Tokio post-Fukushima. El concurso lo ganó un desempleado manchego, pero el resultado se filtró a la prensa antes de hacerlo público. Al final la idea se desechó, aunque a Joaquín Sabina le dio tiempo a dejar el delirante epílogo de esta historia: la propuesta del cantante ‘republicano’ fue utilizada por el partido Ciudadanos.
[Artículo publicado el 4 de Noviembre de 2017 en PlayGround Mag]