Un rato con Gata Cattana

I. LA PUREZA
Decía un filósofo del siglo XX español que la pureza, si uno la lleva dentro de verdad, no se puede perder nunca.
José Monge Cruz respondió eso cuando le insinuaron que en Madrid su arte de la isla de San Fernando se había contaminado. Sin embargo, una mueca amarga le cruzó el rostro: “la gente no me comprende cómo yo canto, mi manera de sentir todavía la gente no la ha entendido”.
Como Camarón de la Isla, Ana Sforza ha traído su poesía y su rap desde el sur a la capital. El paralelismo acaba ahí: no puede haber nadie que a ella no la comprenda.
“Quiero que me entiendan en el barrio y en el pueblo. Si no, no estás haciendo nada”. Es la voz de una chica normal hablando sobre cosas normales. Una normalidad que bajo el nombre de Gata Cattana se transforma en talento escupido por esta cordobesa de 25 años.
Ana, Gata, viene de un pueblo diminuto de Sierra Morena, Adamuz. Uno de esos lugares donde lo normal se lleva bien con la magia y la pureza. Desde que vive en Madrid me cuenta que aprecia más su cultura. No me habla de Andalucía, sino del Sur con mayúscula. “Echo de menos los corrillos, la relación entre los vecinos, los abuelos, los niños, vivir en la calle. La confianza y las risas con la gente”, dice.
Ahora su camino fluye entre miradas de reojo y semáforos de ámbar efímero.
“Madrid es un poco Gotham, un avispero. Y cada vez va a más. Te meten en el cuerpo la esquizofrenia, la prisa, el miedo”, nos dice. “Afortunadamente hay muchos Madrid y yo siempre he vivido en los barrios del sur, Batán, Aluche, el Madrid obrero, el de bloques de hormigón, el que no es bonito”.
II. PEDRO SALINAS PARANDO UN DESAHUCIO
Ana es poeta de día, rapera de noche, politóloga a ratos y ejemplo de una generación con tanto talento como incertidumbre laboral.
— ¿Cómo llenas la nevera?
— Mi último curro ha sido de comercial en una empresa de electricidad, vendiendo contratos de luz, cobrando 600 pavos. Me echaron hace dos semanas. Ahora busco y todo lo que encuentro es igual de malo. Me siento super frustrada.
— ¿Qué has estudiado?
— Soy graduada en Ciencia Política y acabo de terminar un máster de Seguridad y Defensa en Política Internacional. Creo que me voy a jugar mi carta para dedicarme a la música. Quizá puedo dedicarme a las dos cosas a la vez.
Devora estudios sobre la barbarie militar. Cuando comenzamos a hablar de poesía nos da una posible clave. “Los poetas no entienden este mundo y nunca han dejado de asombrarse ante él”.
Gata Cattana es Javier Egea manchándose de falafel. Es Pedro Salinas parando un desahucio. Keny Arkana expropiando las bodegas Osborne. José Antonio Muñoz Rojas echando la quiniela. León Felipe haciendo un ollie. Silvia Federici con un mini de cerveza.
También es Lisístrata en huelga, Antígona insumisa o Yocasta inmolándose por amor. La mitología griega abunda en el cuaderno de Ana.
— ¿Cómo escapas de lo cursi y lo pedante?
— No es algo que planee. Es que yo no soy cursi ni pedante.
No romantizen los barrios, ni vengan a ellos como el que va de safari, son los lugares más normales del mundo. Por eso nos gustan. Con tabaco de liar en manos frías, con Isayah Thomas y Estrella Morente. Con las estanterías llenas de la levedad del ser de Milan Kundera, que es la de todo bicho viviente.
Aquí pueden venir tranquilos, que no les vamos a robar. Estamos demasiado ocupados trabajando con Gata Cattana de fondo, saben.
III. DESCONTROLÁ CON CAMISA Y TACONES ALTOS
A la Ana le dicen cosas que a un rapero tío no le dicen. Que salga más en sus vídeos, que apenas explota su imagen. “Y también lo de la vocecita dulce y sexy de la tía. Me dicen mucho ‘pero Ana ¿por qué no cantas más?’ ¡Déjame que haga lo que yo quiera!”.
“Se habla muchísimo de machismo en el rap, pero no tanto del machismo que hay en las cursiladas y pasteladas del pop. Lo que pasa es que siempre hemos escuchado rapear a tíos. Ya sabes, el rapero y todo ese ideario masculino que gira más en torno a la competición que a la cooperación. Aunque bueno, estaría por ver que con mayoría femenina todo fuera armonía”, dice riendo.
— ¿Se puede disfrutar una canción de rap machista?
— Es que hasta ahora no ha habido más remedio. De izquierdas o no, casi todos los raperos han metido comentarios machistas. Hay dos maneras de encajar eso. Una es obviarlo, que no es bueno porque no cambia nada. La otra es rapear tú misma.
Dicho y hecho. Descontrolá por la ciudad cantando hardcore, con camisa y tacones altos.
IV. NO COMO USTED
Gata Cattana está llena de pasión. El arma educativa del rap. Ella lo sabe: “a mi en la ESO y el Bachillerato muchas veces me ha educado el rap más que los profesores. El rap bueno está escrito con pasión y esa es una diferencia brutal con muchos profes”.
Los ingredientes parecen claros. “Una mirada limpia, sensible, no hace falta ser un emo atormentado. El poeta tiene esperanza”, dice. Esperanza de al menos no perder la cordura. Cuando todo está del revés, eso ya es ganar.
Ana me confiesa que si no sale mucho en sus vídeos es porque hay algo de “miedo al futuro y a la tecnología. Antes todo quedaba en la memoria. Hoy todo parece permanecer para siempre, me da miedo perder el control de mi propia imagen”.
Cómo explicarle al próximo y mediocre entrevistador de Recursos Humanos ante el que se siente Gata Cattana que no. Que está todo girao, que la nómina que promete es solo un sucio chantaje. Que si hablamos de las cosas importantes, la Ana se lo pule.
Que sus propios hijos, señor, quieren ser como ella y no como usted.
[Publicado originalmente el 9 de febrero de 2016 en PlayGround Mag]